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El otro día cayó en mis manos un breve historia que me gustó, porque entre otras cosas te hace pensar. Esa es, para mi, la virtud que deben tenerse los buenos relatos. Y aunque está escrita en un tono naif, lo que nos cuenta no es nada infantil.

Así que… aquí os lo dejo para que lo disfrutéis vosotros también.

» Al principio de los tiempos se reunieron varios demonios para hacer una travesura. Uno propuso: Tendríamos que robar algo a los hombres. El problema es: ¿qué le robamos?. Tras pènsarlo mucho, uno dijo: ¡Ya lo sé! Les robaremos la felicidad. Pero el problema está en dónde esconderla para que no la puedan recuperar… Uno opinó: Podríamos esconderla en la cima de la montaña más alta. Pero otro replicó: No, recuerda que tienen fuerza. Alguien puede subir y encontrarla. Si uno la encuentra, todos sabrán dónde está… Otro propuso: Vamos a esconderla en el fondo del mar… Pero le replicaron: No, recuerda que son curiosos. Alguna vez alguien llegará a construir un aparato para poder bajar y la podrá encontrar… Otro dijo: Escondámosla en un planeta alejado de la Tierra. Y le respondieron: No, recuerda que son inteligentes y cualquier día alguien construirá una nave que pueda viajar hasta allí y descubrirla. El último de ellos era un demonio que hasta aquel momento había estado callado. Este propuso: Creo saber dónde ponerla para que realmente nadie nunca la encuentre. Los demás, sorprendidos, le dijeron a coro: ¿Dónde?. El demonio respondió: La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán. Todos reconocieron que tenía razón. Y, desde entonces, ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad por todas partes, sin darse cuenta que la lleva escondida dentro de sí mismo.»

La opinión de Soficó. 10 años.

El más rico no es el más feliz porque compra y compra y no consigue serlo.